... que prefería claramente, sin discusión, la obre menor a la mayor. Escogía La metamorfosis en lugar de El proceso, escogía Bartleby en lugar de Moby Dick, escogía Un corazón simple en lugar de Bouvard y Pécuchet, y Un cuento de Navidad en lugar de Historia de dos ciudades o de El Club Pickwick. Que triste paradoja, penso Amalfitano. Ya ni los farmacèuticos ilustrados se atreven con las grandes obras, imperfectas, torrenciales, las que abren camino en lo desconocido. Escogen los ejercicios perfectos de los grandes maestros. O lo que es lo mismo: quieren ver a los grandes maestros en sesiones de esgrima de entrenamiento, pero no quieren saber nada de los combates de verdad, en donde los grandes maestros luchan contra aquello, ese aquello que nos atemoriza a todos, ese aquello que acoquina y encacha, y hay sangre y heridas mortales y fetidez.
Però ... Bartleby una obra menor? Bartleby un entrenament, una farsa? Bartleby un mer exercici? ... Bartleby és un prodigi, del llatí PRODIGIUM, això és, un miracle, un fet sobrenatural que es desvia de les lleis conegudes de la naturalesa. Bartleby és, paradoxalment, un dels pocs motius que tenim cada matí per obrir els ulls i lluitar contra allò que ens atemoreix i intimida. I si, hi ha sang i ferides mortals i fems pudents. El que no hi ha, però, són balenes. Ni blanques ni grogues, ni blaves ni magentes.